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Dos nombres parecen indiscutibles cuando se habla del origen de la lírica contemporánea, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro; el ámbito de aquel, si más intenso, es más reducido, limitado básicamente al amor y la muerte; en cambio, Ros... Seguir leyendo
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Dos nombres parecen indiscutibles cuando se habla del origen de la lírica contemporánea, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro; el ámbito de aquel, si más intenso, es más reducido, limitado básicamente al amor y la muerte; en cambio, Rosalía de Castro, inserta en la tierra que la vio nacer y en el momento histórico que le tocó vivir, poetizó tanto sus angustias, transferibles al ser humano en general, como la pobreza, la emigración y otras miserias de las gentes que la rodeaban, además de la vivencia de la naturaleza. Las páginas de este libro no pretenden ser un estudio académico, técnico o crítico, sino un acercamiento desde la lectura directa, sin prejuicios, y mirando hacia el horizonte, hacia el cielo y la tierra que Rosalía contempló con los ojos o con el alma, la naturaleza que dio cauce o impregnó muchos de sus versos y que expresó como Verde intemperie, título afortunado de este libro, pues en él, en el título, se conjuga una doble mirada, hacia fuera el horizonte, el medio ambiente, la naturaleza y hacia dentro, el interior de cada uno, pues la intemperie alude también a las inclemencias del alma y, a la vez, hacia las dos fuerzas que obran en el ánimo de la poeta y quizá de cualquiera: la esperanza y el desamparo. La naturaleza fue la verdadera interlocutora de Rosalía, pero sobre todo la naturaleza gallega, de modo que el paisaje que se refleja en sus escritos es esencialmente el de su tierra, el paisaje gallego, el del mar y la vega, el de la montaña y el bosque; si alude a otros espacios naturales es para contrastarlos con el gallego o para dejarlos a un lado en favor del genuinamente suyo. Y eso ocurre no solo en la autora de poemarios cardinales como Cantares gallegos, Follas novas y En las orillas del Sar, sino también en sus narraciones y otros escritos en prosa que se tiene en cuenta en este libro, como La hija del mar, Flavio y la novela de mayor calidad literaria, El caballero de las botas azules (1867).