Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Makoto es un niño tímido, patoso y debilucho, que se pasa todo el año resfriado y que trata de adaptarse y encontrar su sitio. Es un zote en los deportes, pero le gusta dibujar. Su padre, un personaje excéntrico y vacilón, le llama “blan... Seguir leyendo
info
Makoto es un niño tímido, patoso y debilucho, que se pasa todo el año resfriado y que trata de adaptarse y encontrar su sitio. Es un zote en los deportes, pero le gusta dibujar. Su padre, un personaje excéntrico y vacilón, le llama “blandengue” por ser delicado y torpón, pero en realidad ambos comparten cierta torpeza natural. Yaro Abe, el autor de 'La cantina de medianoche', recrea aspectos de su propia infancia en esta obra en la que rememora en especial la relación con su padre, un personaje peculiar que solía llevar pantalones bombachos hechos a medida –cuando no andaba por casa en simples calzoncillos– y con el que tenía un vínculo muy fuerte. Pequeñas anécdotas llenas de ternura, humor y agudeza que dejan con el corazón en un puño.