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Los Bean viven enfrente. Los ves a diario desde el amplio ventanal del salón. Son horteras y chabacanos, tienen pinta de cromañones y nunca van a la iglesia. Son ciento y la madre. Se reproducen como moscas. Huelen fuerte. Su jardín está sembrado... Seguir leyendo
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Los Bean viven enfrente. Los ves a diario desde el amplio ventanal del salón. Son horteras y chabacanos, tienen pinta de cromañones y nunca van a la iglesia. Son ciento y la madre. Se reproducen como moscas. Huelen fuerte. Su jardín está sembrado de basura y agujeros. Lo que ocurre dentro de esa casa prefabricada es un misterio. En verano ondean sus cortinas de plástico y se escuchan gruñidos sobre el chisporroteo de una televisión mal sintonizada. «Lo que esos Bean son capaces de hacerle a una niña tan pequeña como tú haría llorar a un hombre hecho y derecho», dice tu padre. Tu padre te lo ha repetido una y mil veces: «Son predadores. Si corre, un Bean le pegará un tiro. Si cae, un Bean se lo comerá». Pero tú no puedes evitar husmear, sueñas con ser abatida y devorada por uno de ellos.onada, de reinterpretación articulada en torno a los grandes temas que sujeto y entorno comparten (el pacto con el diablo, el viaje, las búsquedas rítmicas, las experimentaciones sexuales y deseantes, el papel de lo popular, la acracia y el antifranquismo) y a las relaciones cruzadas con otros pensadores del momento (Deleuze,