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Cuando lo siniestro decide que se hace visible, se hace visible y punto. No debería estar ahí, pero está. Queda la realidad subvertida por la incursión de lo imposible y esa idea deja un poso en el ánimo muy difícil de borrar. Gemma Solsona Ase... Seguir leyendo
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Cuando lo siniestro decide que se hace visible, se hace visible y punto. No debería estar ahí, pero está. Queda la realidad subvertida por la incursión de lo imposible y esa idea deja un poso en el ánimo muy difícil de borrar. Gemma Solsona Asensio fue una de esas niñas que se anclaron en el embrujo gótico, en la tormenta y la noche como boca de lobo. Por eso este volumen de cuentos terribles. He aquí una muestra de sus subversiones favoritas, en conexión con las obras que más miedo placentero le han dado. Shirley Jackson, Juan José Plans y Chicho Ibáñez Serrador, Pardo Bazán, Ana María Matute, Mercé Rodoreda, Hans Christian Andersen, Carlos Enrique Taboada, Antonio Mercero o Henry James; todos ellos han dejado impronta, han colocado un escalón para ir subiendo hacia las regiones más oscuras. Lo que se esconde al final de la escalera nos acerca a la magia, al niño-monstruo, a la casa despiadada. Y, de la mano de lo incierto, entramos en las regiones de la imaginación desbordada, otro de los tópicos que recorren esta escalera de miedos. Gemma Solsona ha creado un universo redondo de múltiples facetas al que os invito a adentraros. Estos relatos no van a tener piedad. Van a mostrarse implacables. Pero estaréis de acuerdo conmigo en que de algo hay que morir. Ana Martínez Castillo