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LA MALDICIÓN DE LA MEDUSA GIGANTE
Una nueva aventura de El jinete del dragón
EAN 9788419942760
Ilustrador Funke, Cornelia
Encuadernación Rústica
Peso 594
Páginas 416
Tamaño 15cm X 23cm
¡Últimas unidades!
El peligro, el mito, la magia, y una poderosa criatura colosal del fondo marino dan forma a esta nueva aventura de Ben, el jinete del dragón, y su variopinto grupo de aliados.
Una nueva amenaza se cierne sobre el ... Seguir leyendo
Una nueva amenaza se cierne sobre el mundo. La misteriosa aurelia, cantante de las profundidades marinas, es la más colosal y poderosa de todas las criaturas fabulosas. Hace más de dos mil años que esta medusa con mil brazos y cien ojos no emerge del océano, pues solo lo hace cuando la vida en el planeta está en peligro y este pide auxilio; trae consigo las semillas que entregará a cuatro seres que encarnarán a los cuatro elementos, que a su vez darán vida a otras increíbles criaturas capaces de sanar el mundo. Pero el codicioso Cadoc está empeñado en encontrar a la aurelia para robarle su magia, y si esta gigante marina se sintiera amenazada, o alguien intentara apoderarse con violencia de las semillas que trae, desatará su furia y arrasará con todo a su paso.
Ben y su inseparable amigo el dragón Lung, junto con otros compañeros de aventuras, ponen rumbo a la costa de California, donde la aurelia emergerá, portadora de la vida… o de la muerte.
«Sabemos bien que Cornelia Funke es una fantástica narradora y creadora de mundos mágicos. Sin embargo, en este libro va más allá y cuenta una historia que invita a la interpretación política, pues también quiere hablarnos del mundo que podemos ver sin recurrir a la imaginación».
Frankfurter Allgemeine Zeitung
«La obra de Cornelia transcurre en un mundo de aventura y fantasía que evoca el de sus autores preferidos, desde el legendario J. R. R. Tolkien al terrorífico Clive Barker o al desconcertante Neil Gaiman. Por no hablar de series televisivas como Battlestar Galactica, el nuevo Sherlock o la mítica Dr. Who, que de entrada poco tienen que ver con su forma de escribir, pero de las que Funke se alimenta con avidez».
El País