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Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que la civilización occidental está en crisis: crisis de valores, crisis de recursos, crisis, en suma, de un sistema que parece abocado irremisiblemente a su disolución. El diagnóstico de René Guénon,... Seguir leyendo
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Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que la civilización occidental está en crisis: crisis de valores, crisis de recursos, crisis, en suma, de un sistema que parece abocado irremisiblemente a su disolución. El diagnóstico de René Guénon, principal representante de las doctrinas esotéricas en el siglo XX, se singulariza respecto a las numerosas interpretaciones que se han dado del fenómeno. Guénon opone a la civilización materialista de Occidente un espiritualismo cuyas raíces, hoy en día, sólo es posible encontrar en Oriente. Y el hecho de que sus convicciones estén basadas en un conocimiento iniciático es lo que le permite partir de supuestos tan insólitos como el que encierra esta afirmación suya: «Puesto que todo lo que existe bajo cualquier forma, incluso el mismo error, posee necesariamente su razón de ser, hasta el propio desorden ha de encontrar por fin su lugar entre los elementos del orden del universo». En el panorama de la época moderna trazado por Guénon, nuestro momento histórico se configura como el kali-yuga, la edad de sombra pronosticada por la doctrina hindú de los ciclos humanos.