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Inventario de máquinas inútiles es un libro que supura una maldad tan nihilista que casi podría ser filantrópica. Sus microrrelatos consienten monstruos, fantasmas y aberraciones paranormales varias, con la única finalidad de hacernos ver que la... Seguir leyendo
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Inventario de máquinas inútiles es un libro que supura una maldad tan nihilista que casi podría ser filantrópica. Sus microrrelatos consienten monstruos, fantasmas y aberraciones paranormales varias, con la única finalidad de hacernos ver que la humanidad común y silvestre puede ser muchísimo peor. Sin embargo, lo que podría acabar en drama o tragedia se convierte en otra cosa, porque Alejandro Barrón tiene la virtud de cambiar el desenlace de sus microrrelatos dando una vuelta de tuerca que no es ni una elipsis ni una anacronía, sino algo genuinamente latinoamericano: la jodienda. En las minificciones de Barrón, los fantasmas, los monstruos y las entidades malignas terminan jodidas por una canalla viviente, hija de la gran puta, que no respeta las convenciones del género. Es decir, que lo fantástico en Alejandro Barrón consiste en cómo lo paranormal es jodido por lo normal. Sus textos más breves no tienen una ambición sentenciosa sino perturbadora. Funcionan como minas antipersona, que estallan cuando los leemos. ¿Por qué? Porque conectan con nuestra maldad más divertida y cachacienta. Fernando Iwasaki