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En el año 479 a. C, Esparta era admirada por todo el mundo conocido. Y poco después, en el 402, se convirtió en la potencia hegemónica de Grecia. Sin embargo, una generación después, la ciudad-estado carecía de importancia… ¿Por qué?... Seguir leyendo
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En el año 479 a. C, Esparta era admirada por todo el mundo conocido. Y poco después, en el 402, se convirtió en la potencia hegemónica de Grecia. Sin embargo, una generación después, la ciudad-estado carecía de importancia… ¿Por qué? ¿Qué salió mal? ¿Fue inevitable la caída de Esparta? Si bien sus temibles hoplitas fueron siempre considerados invencibles en el campo de batalla, Esparta aunó muchos errores políticos y diversos y graves problemas sociales, en la creencia de que sus costumbres y leyes eran inmutables, superiores a los de cualquier otro pueblo. Es la historia espartana, en todo caso, una historia de desafío: la de una pequeña ciudad-estado que dominó el mundo y que jamás aceptó su caída y sumisión; la crónica de un fracaso político –nunca guerrero–, pero también una lección de cómo caer luchando; no en balde, incluso con las legiones romanas dispuestas a asediar su ciudad, los espartanos nunca se rindieron. Philip Matyszak examina paso a paso lo sucedido, lo desgrana y lo examina históricamente, con todo detalle. Y con ello, en este ensayo, Esparta. La derrota del guerrero, tan documentado como ameno, nos narra una historia por todos conocida pero rara vez contada: la de Esparta, nación rica en héroes y villanos, en artimañas políticas y en guerras épicas y batallas inolvidables.