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La modernidad capitalista invirtió la relación entre campo y ciudad. Las ciudades pasaron a convertirse, desde entonces, en el centro neurálgico de conflictos sociales, políticos y económicos, y de aparición de movimientos sociales, luchas y ut... Seguir leyendo
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La modernidad capitalista invirtió la relación entre campo y ciudad. Las ciudades pasaron a convertirse, desde entonces, en el centro neurálgico de conflictos sociales, políticos y económicos, y de aparición de movimientos sociales, luchas y utopías en el interior de los Estados. De hecho, todavía hoy, continúan siéndolo. Sin embargo, el tránsito, durante el último tercio del siglo XX e inicios del XXI, de la fase de capitalismo industrial a la de capitalismo transnacional financiero ha implicado un cambio en la manera de organizar jurídicamente nuestras sociedades. La sustitución del constitucionalismo por un nuevo modo histórico de juridificación al que el autor llama «fronterismo» ha hecho cambiar el tipo de articulación de la ciudad con el espacio estatal nacional, así como la forma de ejercicio de la dominación y procesos de construcción de la clase social que operan en su interior. Ello obliga a los movimientos sociales a redefinir y pensar nuevos métodos de lucha y transformación social en el seno de la denominada ciudad global. Para ello, el autor plantea una reactualización de los conceptos de Revolución y Poder constituyente que, hoy, solo serían ejecutables a través de lo que llama una estrategia de asalto a las fronteras del Derecho.