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Julio Villar En su ligero Mistral, desde que salió de Barcelona en 1968 hasta que llegó al puerto de Lequeitio en el verano de 1972, Julio Villar recorrió unas 38.000 millas marinas. Fue una vuelta al mundo vivida sin prisas, saboreada, tranquila... Seguir leyendo
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Julio Villar En su ligero Mistral, desde que salió de Barcelona en 1968 hasta que llegó al puerto de Lequeitio en el verano de 1972, Julio Villar recorrió unas 38.000 millas marinas. Fue una vuelta al mundo vivida sin prisas, saboreada, tranquila, a veces dramática. Pero el relato de sus peripecias no sigue el rumbo habitual en este tipo de libros. Aunque evoca inolvidablemente sus largos periplos de navegación y escalas, el propósito de Julio Villar ha sido recoger el curso anímico de su deambular. ¡Eh, Petrel! oscila entre la divagación lírica y sus escuetas anotaciones del cuaderno de bitácora. Sus párrafos rozan más de una vez la estructura de un poema y hay en ellos asombro y fervor hacia Walt Whitman, inquietas preguntas y sentimientos “de una sencillez y de una pureza que sólo hace muchos, muchos años, cuando era niño, era capaz de sentir”. Un relato de viajes que es en sí mismo el alma del viajero. Este es un libro maravilloso, lleno de paz, mar, aves marinas, peces voladores, soledad serena, libertad y alegría de vivir que se contagia cuando tienes la suerte de poder sumergirte en sus páginas llenas de los espontáneos y bellos dibujos que hizo Julio en su viaje.