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Tiene que saber usted que el caminante ha finalizado este viaje muy satisfecho. Las historias que ha plasmado en este libro, y sus idas y venidas por los pueblos y paisajes de Cantabria, aunque muy gratos y reconfortantes para su ser, le han fatigado... Seguir leyendo
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Tiene que saber usted que el caminante ha finalizado este viaje muy satisfecho. Las historias que ha plasmado en este libro, y sus idas y venidas por los pueblos y paisajes de Cantabria, aunque muy gratos y reconfortantes para su ser, le han fatigado en exceso, después de haber andado lo que no está escrito para conocer docenas de leyendas y relatos repartidos por cada rincón la entrañable tierra cántabra. Porque el caminante tuvo sus más y sus menos con la naturaleza desbordada de estos pagos, agreste y brusca en ocasiones, pero al final nunca demasiado cruel y ciertamente benévola si se quiere, al haber permitido el regreso del trotamundos al hogar. Ese hogar del que quiere prescindir en cuanto tiene oportunidad. Y mientras el caminante piensa sobre todo ello, ahora posee la serenidad y la agudeza suficientes para poder creer que la vida es en sí un viaje, como viaje es el caudal del río que discurre alocado por su lecho para terminar en los brazos del mar. Si usted quiere y si desea caminar tras las andanzas de este pobre vagabundo, le invitamos a adentrarse por entre las páginas de este libro, cono