Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Estas Cárceles de azúcar son un laberinto vertiginoso y también un puzle donde las piezas acaban encajando no sin cierto dolor.Carlos Castán¿Puede una feminista llevar tacones? ¿En qué consiste ser un hombre como Dios manda? ¿Es la liberació... Seguir leyendo
info
Estas Cárceles de azúcar son un laberinto vertiginoso y también un puzle donde las piezas acaban encajando no sin cierto dolor.Carlos Castán¿Puede una feminista llevar tacones? ¿En qué consiste ser un hombre como Dios manda? ¿Es la liberación de la mujer una nueva esclavitud? ¿Puede una figurita de madera convertirse en nuestro Caballo de Troya perpetuo? ¿Y la belleza? ¿Nos hace más felices?Los cuentos de Cárceles de azúcar están lleno de arañazos. De cicatrices e imágenes dolorosas. Pero también es una crítica a la obsesión por el pensamiento binario imperante, empeñado en reducir la realidad a solo dos soluciones posibles de la ecuación que es vivir, negando la complejidad y robándonos la riqueza de alternativas: el bien y el mal; lo bello y lo feo; el cuento frente a la novela; lo masculino y lo femenino; la ficción y la realidad.Ellas reclaman igualdad, respeto y un espacio propio, pero son también personajes llenos de incoherencias y miedos. Mujeres que a veces no saben cómo obedecer los dictámenes de lo que significa ser feminista en la cultura moderna. Ellos, hombres que retratan las distintas masculinidades: tóxicas, violentas, confusas o irremediablemente perdidas. Divorciados que construyen una épica sostenida en una libertad que luego no encuentran. Ancianas que se piensan niñas y adolescentes olvidados.Estas cárceles son lugares pantanosos donde se reproduce la violencia e inseguridad en los seres humanos. Espacios de encierro donde dejamos de querernos, sin importar de qué material estén construidos sus barrotes ni la distancia que haya entre ellos: el feminismo, la pareja, la masculinidad, la familia, la precariedad laboral, la amistad, la adolescencia, el desarraigo, el cuerpo, el sexo. La vida.