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Perdonen, pero no sé definir bien este libro. Es una mezcla de ensayo, diario, ficción, autoficción... y quizá algo más. Trata básicamente, y en clave de humor ¡de qué otro modo, de casi todos los males que afectan a los viejos ancianos, yayo... Seguir leyendo
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Perdonen, pero no sé definir bien este libro. Es una mezcla de ensayo, diario, ficción, autoficción... y quizá algo más. Trata básicamente, y en clave de humor ¡de qué otro modo, de casi todos los males que afectan a los viejos ancianos, yayos, mayores, fósiles, vetustos, o sea, a mí mismo. Hay rabia, pesimismo, ironía, cinismo y mucho cabreo. Porque envejecer, según yo lo veo y lo sufro, es mucho peor que morirse, sobre todo porque el trance dura mucho más, el brete en el que la vida parece regodearse haciéndote toda suerte de putadas: enfermedades, soledad y, sobre todo, la sensación de haberte convertido en el tipo que nunca quisiste ser. Lo peor de la vejez es, quizá, no sentirse viejo. El deseo sexual subsiste, pero las oportunidades escasean y las citas son inexistentes. Sí, este libro también habla de eso, de la miseria del sexo en la «tercera edad». Del deseo de tener todo lo que ya no tendrás nunca. Del vacío. De la necesidad de los otros (compañía), y a la vez del alejamiento de los otros. De todo de lo que no queremos hablar y, sin embargo, está ahí. De la verdad y de las mentiras que nos contamos. De lo peligroso que puede ser que te empiece a gustar la soledad. De nuestra mala relación con la realidad. Es jorobado envejecer, querido lector, pero al menos echemos unas risas, ¿no te parece? J. M. AMILIBIA «En vez de suicidarse, Amilibia escribe. Y derrota a su pesimismo cáustico con el ingenio de los kamikazes. Él no lo sabe pero cada página de su nuevo libro es una bombona de oxígeno». Pedro Ruíz, artista y escritor. «Ser viejoven o joviejo no puede ser un problema si es Amilibia quien te lleva a su terreno de humor, amor, dolor, la madre que lo parió y mucho cinismo». Javier Sádaba, filósofo.