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«Los versos de todos los poetas de la Grecia Antigua están recorridos de ritmos y rumores marinos, de estertores de olas; de las espumosas crines de los hipocampos, del brillo elástico de los delfines, de los centelleantes senderos líquidos, sola... Seguir leyendo
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«Los versos de todos los poetas de la Grecia Antigua están recorridos de ritmos y rumores marinos, de estertores de olas; de las espumosas crines de los hipocampos, del brillo elástico de los delfines, de los centelleantes senderos líquidos, solares o lunares. La imaginación helénica del mar es copiosa y tonificante. Nos surte de una memoria entrecruzada de barcos, de hombres y de dioses; de delfines miríficos, de golpes de remos, de vientos húmedos, de mástiles que no olvidan su destino amparador de árbol en el mar, de cadáveres semidevorados de marineros, de conchas ofrecidas como exvotos, de redes exhaustas, de olor de algas, de puertos saludados ». Aurora Luque habría deseado que en su primera juventud existiera una antología de las múltiples voces que cantaron al mar en griego a lo largo de un periodo de más de mil años. Al no encontrarla, decidió emprender ella misma la tarea: Aquel vivir del mar es su invitación a compartir el trayecto que va de Homero y Hesíodo a poetas tardíos como Filodemo o Rufino con quienes, como ella, aman el Mediterráneo.