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¿Quién no recuerda que un poco de pasta basta, si se utilizaba determinado detergente? ¿Y qué decir de la cuchilla de afeitar que daba gustirrinín?, según aseguraba Gila en un anuncio inolvidable de la España predemocrática. ¿Qué tal? ¡Muy... Seguir leyendo
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¿Quién no recuerda que un poco de pasta basta, si se utilizaba determinado detergente? ¿Y qué decir de la cuchilla de afeitar que daba gustirrinín?, según aseguraba Gila en un anuncio inolvidable de la España predemocrática. ¿Qué tal? ¡Muy bien con Okal!, fue durante una época la manera de saludarse de millones de españoles. Las pastillas de jabón Lagarto, la botella de Mistol, el limpia metal Netol, la lejía Conejo, el tubo de pegamento Imedio, el cartón de Norit, el insecticida de Orion, la crema Nivea antes de ir a la playa, son productos, junto a los olores de colegios, hospitales, iglesias que el autor asocia a sus recuerdos imborrables, tanto de su hogar familiar como de las ciudades en las que vivió de pequeño. En esta biografía olfativa, no exenta de humor, tienen tanta importancia los olores inconfundibles que emanan de los productos, como las marcas que los fabricaban y comercializaban, así como su evolución a lo largo de los años.