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No cabe duda de que Occidente es una civilización y, por tanto, siseguimos la terminología spengleriana, Occidente es sinónimo dedecadencia. Los ataques exteriores (los bárbaros) sólo sirven paraaguzar nuestras mentes y alertarlas de la propia d... Seguir leyendo
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No cabe duda de que Occidente es una civilización y, por tanto, siseguimos la terminología spengleriana, Occidente es sinónimo dedecadencia. Los ataques exteriores (los bárbaros) sólo sirven paraaguzar nuestras mentes y alertarlas de la propia decadencia interior,y en esta última reside siempre el auténtico peligro. Los mahometanosradicales con sus matanzas e imposiciones culturales, los ataquesfinancieros y especulativos y la ingeniería social, las pandemiasteledirigidas o el acceso al gobierno de nuevos poderesoclocráticos todas estas cosas pueden ser causas próximas, peroestas causas, aun siendo reales e importantes en sí mismas, son comola espuma oceánica de un mar agitado en el fondo, y como pequeñosremolinos superficiales dentro de un curso terrible de losacontecimientos, curso que viene marcado por el Sino (Schicksal) delas culturas. El Sino de las culturas es la extinción, como el Sinodel individuo es la muerte. A Occidente le llega su hora, y eldesplome podrá ser sangriento o podrá ser mudo e indigno. Nadie losabe. Lo que importa es saber qué fue en otros días nuestra granpatria.