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El 19 de julio de 1936, Mateo Arbeloa partió a la guerra como voluntario carlista desde Mañeru (Navarra), dejando en casa a su esposa Josefina Muru y a su pequeño hijo Manolín, de solo seis meses. El requeté y su queridica Josefina inter... Seguir leyendo
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El 19 de julio de 1936, Mateo Arbeloa partió a la guerra como voluntario carlista desde Mañeru (Navarra), dejando en casa a su esposa Josefina Muru y a su pequeño hijo Manolín, de solo seis meses. El requeté y su queridica Josefina intercambiaron, en los meses siguientes, un centenar de cartas en las que, de forma sincera y sobrecogedora, plasmaron la realidad cotidiana del conflicto desde dos perspectivas dispares: la crudeza del frente norte y la experiencia de una retaguardia familiar que trataba de salir adelante. El hilo conductor entre ellas es el amor desbordante de un matrimonio joven, lleno de proyectos e ilusiones, que debe afrontar los trances y los debates internos que emergen ante los horrores de la contienda, las ausencias, los ideales y el sentido del deber. Como telón de fondo permanente, la fe confiada de dos personas sensibles y profundamente creyentes. Mateo falleció el 27 de abril de 1937 por sus heridas en combate y dejó, con Josefina, quizá el mejor y más completo legado epistolar cruzado de nuestra guerra civil. Esta cuidada edición, anotada e ilustrada con documentos y numerosas fotografías inéditas, nos ofrece una visión íntima y directa de la tragedia que trasciende más allá de lo bélico y nos traslada, a través de su historia, a las olvidadas formas de vivir, pensar, sentir, y también morir, en la España rural de la primera mitad del siglo XX.