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Al nacer nos concentramos principalmente en las necesidades de nuestra alma, que desea que nos aceptemos junto con nuestras experiencias,defectos, potenciales, debilidades, deseos, personalidadà Todostenemos esas necesidades. Sin embargo, poco despu... Seguir leyendo
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Al nacer nos concentramos principalmente en las necesidades de nuestra alma, que desea que nos aceptemos junto con nuestras experiencias,defectos, potenciales, debilidades, deseos, personalidadà Todostenemos esas necesidades. Sin embargo, poco después de nacer, nosdamos cuenta de que cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos,alteramos el mundo de los adultos o el de los que están cerca denosotros. Y de ello deducimos que no es bueno ni correcto sernaturales. Este doloroso descubrimiento provoca, sobre todo en elniño, crisis de ira, las cuales llegan a ser tan frecuentes que nosvemos obligados a creer que son normales. El niño que actúanaturalmente, que es equilibrado y que tiene el derecho a ser él mismo no pasa por este tipo de crisis. Por desgracia, este tipo de niño«natural» casi no existe. La mayoría de los niños pasan por lassiguientes cuatro etapas: después de conocer la alegría de ser élmismo en la primera etapa de su existencia, conoce el dolor de notener el derecho de ser él mismo, que es la segunda. Enseguida llegael período de crisis, de rebeldía, que constituye la terce