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¿Qué ocurre cuando las palabras se quedan atascadas y echan raíces den-tro de tu boca cada vez que intentas hablar? Quizá sea necesario un cambio de perspectiva para que las palabras fluyan. Esto es lo que vive el protagonista de Hablo como el r... Seguir leyendo
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¿Qué ocurre cuando las palabras se quedan atascadas y echan raíces den-tro de tu boca cada vez que intentas hablar? Quizá sea necesario un cambio de perspectiva para que las palabras fluyan. Esto es lo que vive el protagonista de Hablo como el río: «Me despierto cada mañana con los sonidos de las palabras a mi alrededor. Y no puedo pronunciarlas todas». Un día, su padre lo recoge de la escuela, y juntos ca-minan por la orilla de un río, desde donde observan cómo el agua ondula, forma remolinos y choca contra las rocas. Allí, con la ayuda de su padre, el pequeño encontrará su propia voz y descubrirá que el río también tarta-mudea. No es una cura mágica, pero cuando las palabras se le presentan difíciles, solo tiene que pensar en la bravura del río para sentirse mejor. El poeta canadiense Jordan Scott ha escrito, desde su propia experiencia, un libro poderoso, con un lenguaje poético que destila autenticidad para describir lo que se siente como tartamudeo, significativo también para cualquier niño que se sienta solo o incapaz de encajar. Las acuarelas de Sydney Smith envuelven al lector en un crisol de emociones: desde la ansiedad claustrofóbica de un aula, en la que se convierte en el centro de atención sin desearlo, hasta la belleza sobrecogedora de los destellos naturales sobre el agua.