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Para escribir, hay que mirar las cosas como si fuera la primera vez. Con esta premisa doy cuenta en estos relatos, de las impresiones de mi primer viaje a Argentina y Uruguay en el año 2003. La crisis económica y política estaba en pleno apogeo de... Seguir leyendo
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Para escribir, hay que mirar las cosas como si fuera la primera vez. Con esta premisa doy cuenta en estos relatos, de las impresiones de mi primer viaje a Argentina y Uruguay en el año 2003. La crisis económica y política estaba en pleno apogeo después del corralito del año 2001. Llegué a Buenos Aires a principios de agosto de 2003. La invitación partía de la poeta Diana Bellessi para leer poesía en la Casa de Cultura de la calle Honduras 3784, hoy desaparecida.Ese mismo mes, el 27 de agosto, impartí una conferencia sobre poesía femenina española en la Universidad de la República, gracias a las gestiones de la profesora y catedrática Eleonora Basso. Me abrieron las puertas los poetas Ida Vitale y Enrique Fierro, que entonces vivían en Austin (Texas).El título de este libro proviene de una metáfora creada por el escritor francés Pierre Drieu la Rochelle. Dicha metáfora me pareció que resumía, a golpe de vista, todo lo que sentí cuando vi la inmensidad de la Pampa. Investigué y supe que el escritor, simpatizante del nacionalsocialismo, había salido a caminar una lejana madrugada con J.L. Borges. Llegaron a las inmediaciones de Puente Alsina, en los suburbios bonaerenses, donde ya se sentía la llanura, y exclamó: "!vertige horizontal!"