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Tras la caída del Muro de Berlín, aquellos destinados a liderar la sociedad creyeron que la tecnología y la globalización nos traerían un futuro espléndido. Sin embargo, se convirtieron en víctimas del pensamiento Pluto, una ideología perezos... Seguir leyendo
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Tras la caída del Muro de Berlín, aquellos destinados a liderar la sociedad creyeron que la tecnología y la globalización nos traerían un futuro espléndido. Sin embargo, se convirtieron en víctimas del pensamiento Pluto, una ideología perezosa que parecía invencible. Mientras tanto, algunos jóvenes activistas desde despachos universitarios estaban diseñando una nueva propuesta revolucionaria y social que, años más tarde, tendría en Occidente más influencia de la que jamás tuvo el comunismo. La caída del Muro no trajo la libertad esperada, sino nuevas cadenas invisibles. Hoy, quienes estudiaron en los años ochenta y noventa en costosas universidades privadas se preguntan por qué pasaron sus días aplicando políticas de igualdad y sostenibilidad basadas en principios que no compartían. La respuesta radica en que se equivocaron al pensar que la economía y la tecnología resolverían todos los problemas. El resultado contemporáneo es la disputada Agenda 2030, salpicada de dudas y muchos interrogantes, como: ¿Quién ha diseñado la agenda política actual? ¿Por qué el cambio climático es una prioridad por encima de la natalidad? ¿Es más poderoso el que hace la ley o el que logra imponer un nuevo sentido común? Agenda o alternativa: el dilema de nuestro tiempo La Agenda propuesta desde las élites mundiales es una contienda moral que requiere del individuo y los ciudadanos el valor de explicar en qué se cree, obligándonos a estar debidamente informados. Juande González reconstruye los errores que llevaron a toda una generación a abandonar el terreno de las ideas y la cultura. Además, ofrece una prospección sociopolítica del nuevo terreno de juego, donde el presente y el futuro nos exigen definir y promover los elementos esenciales que permitan calificar una vida humana como verdaderamente buena. Por último, el autor hace una llamada a elaborar una agenda alternativa sobre dos pilares clásicos iluminados con una nueva luz: la familia y la nación.