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Todo en nuestra vida es contacto, nacemos en esta vida física gracias y desde el contacto de unos padres que nos engendran. Desde ahí y desde el contacto con la sociedad crecemos y nos desarrollamos como seres individuales y sociales, y somos modul... Seguir leyendo
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Todo en nuestra vida es contacto, nacemos en esta vida física gracias y desde el contacto de unos padres que nos engendran. Desde ahí y desde el contacto con la sociedad crecemos y nos desarrollamos como seres individuales y sociales, y somos modulados y/o modelados en función de los patrones emocionales y conductuales que absorbemos de nuestros padres y/o educadores en general de la sociedad cultural en la que crecemos. Somos el resultado de la fusión de multitud de miles y miles de contactos continuos que componen nuestra existencia en la tierra; en el transcurso de la convivencia con todos nuestros contactos, cada uno de ellos nos irá acercando o alejando, según la persona, hacia nosotros mismos, con cada contacto y desde cada contacto nos vamos puliendo en la vida, como el acero en la fragua de Vulcano. Así, cada hombre va haciéndose así mismo y, en esa travesía llena de contactos de alegría, dolor y lágrimas, nos vamos descubriendo y adquiriendo «mirada» consciente sobre quiénes somos y en qué nos hemos convertido, y especialmente en ese discurrir temporal de una vida tendremos la opción voluntaria de poder decidir quién quiero ser y cómo quiero que sea mi vida. Podemos ser aquello que cada uno desde sus circunstancias pueda imaginar y crear. Somos el resultado de nuestra propia creación, tanto si lo hemos elegido conscientemente como si no lo hemos elegido. Somos los únicos responsables de nuestra vida, y desde ahí tenemos la responsabilidad personal de tomar la riendas emocionales de nuestras vidas y re-crearnos, despertando así la consciencia dormida de la que todos venimos; es hora ya de despertar la conciencia y avanzar en la autorrealización íntima del SER.