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DONANTES DE SUEÑO
EAN 9788419261472
Encuadernación Rústica
Páginas 180
Tamaño 15cm X 23cm
Producto agotado
Una historia original y absorbente sobre una epidemia mortal de insomnio en Estados Unidos
Una epidemia de insomnio sacude Estados Unidos. Mil Seguir leyendo
Una historia original y absorbente sobre una epidemia mortal de insomnio en Estados Unidos
Una epidemia de insomnio sacude Estados Unidos. Miles de personas mueren tras semanas sin lograr conciliar el sueño; caen rendidas, sumidas en la más absoluta desesperación y devoradas por la locura. Trish Edgewater trabaja como captadora para las Brigadas Duermevela, una organización sin ánimo de lucro que busca donantes de sueño: personas dispuestas a ceder algunas de sus horas de descanso y salvar con sus transfusiones las vidas de unos pocos insomnes. Trish es una captadora ejemplar, cuyo talento solo se explica a través de su biografía: su hermana Dori fue una de las primeras víctimas mortales de la crisis del sueño, y el emotivo relato de su agonía y muerte vuelve el discurso de captación de Trish prácticamente infalible.
Sin embargo, cuando entran en escena la Bebé A, primera donante universal de sueño, y el Donante Y, cuyas transfusiones contaminadas desatan una oleada de pesadillas inhumanas, Trish comienza a cuestionarse los límites éticos de una profesión aparentemente altruista.
Clarividente y perturbadora, Donantes de sueño indaga en valores como la empat.a, el compromiso y la abnegación, y en el modo en que llegan a adulterarse en momentos de crisis. Con una imaginación deslumbrante y un estilo preciso y directo, Karen Russell nos transporta a un mundo inquietantemente parecido al nuestro, a una pesadilla que no deja de ser una advertencia.
«Esta novela me provocó pesadillas».br> Stephen King
«Aunando lo real y lo surreal, lo psicológico y la ciencia ficción, Karen Russell retrata con inventiva, energía y brío un Estados Unidos futurista, y narra su historia con tal convicción y ritmo que mantiene al lector bajo su hechizo hasta la última página».br> Michiko Kakutani,The New York Times